
Apenas dos años después del fallecimiento de S.M. el rey Umberto II, último monarca de Italia, una parte sustancial de su extraordinaria colección de joyas reales salía a subasta en Ginebra. Aquella dispersión de tesoros marcó no solo el fin de una era, sino también el inicio de una fascinación por un patrimonio que había permanecido en el corazón de la realeza italiana durante generaciones.
Umberto II fue un apasionado del arte en todas sus formas, y entre ellas, la joyería ocupaba un lugar privilegiado. Su aprecio no se limitaba al valor estético de las piezas: veía en cada joya una historia viva, una conexión con sus antepasados, una obra de arte transformable que él mismo reinterpretó a lo largo del tiempo. No podía resistirse a su impulso artístico, y muchas de las piezas más emblemáticas de su colección fueron rediseñadas bajo su criterio, adaptándose a sus gustos personales, pero conservando siempre la esencia de su linaje.
El legado de la reina Margarita: perlas, elegancia y distinción
Entre las joyas subastadas, destacaban las que una vez pertenecieron a su abuela, la reina Margarita, conocida en su tiempo como “La Reina de las Perlas”. Su amor por este tipo de joyas era tan profundo como su fama de elegancia. No había ocasión en la que Margarita no deslumbrara con alguna creación perlada. De hecho, se dice que su esposo le regalaba un collar de perlas en cada aniversario de bodas.
Ya el día de su enlace, en 1868, la reina lució un magnífico collar de perlas que perteneció a la reina María Adelaida de Saboya, acompañado por dos estrellas de diamantes que coronaban su peinado. Como era costumbre en las bodas reales, Margarita recibió joyas espectaculares como regalos nupciales, muchas de las cuales pasarían a formar parte de la herencia familiar.
La subasta de 1985: una colección deslumbrante
La subasta celebrada en 1985 en Ginebra reunió algunas de las piezas más impresionantes jamás vistas en manos de coleccionistas privados. Una de las joyas más admiradas fue una tiara de hojas de laurel en diamantes, una pieza refinada del siglo XIX que reflejaba la maestría artesanal de la época. Esta joya había sido expuesta junto a una tiara de perlas de la reina Isabel II de España en la Exposición Universal de París.
Otra pieza imponente fue una riviére de gran tamaño, una obra de la década de 1930 firmada por Petochi. Este suntuoso collar de doble vuelta fue un encargo del joven príncipe Umberto para su prometida, lo que añade a su belleza una historia de amor íntima y noble.
También se destacó una pareja de pasadores de diamantes en forma de nudos de Saboya, elaborados por los joyeros genoveses Chiappe, cuya simbología remitía a la lealtad y unidad de la dinastía. Estos delicados broches, diseñados en los años 30, eran tan únicos como profundamente cargados de identidad familiar.
El collar real de esmeraldas y la “Stuart Emerald”
Entre las joyas más extraordinarias de la colección del rey Umberto II se encontraba un soberbio collar real de esmeraldas y el broche engastado con la famosa «Stuart Emerald». Este collar fue parte de la dote de Isabel de Sajonia, sobrina de la emperatriz Sissi, cuando contrajo matrimonio. Su diseño era realmente sorprendente: seis ramos de esmeraldas y diamantes conectados por tres hileras de perlas. En el centro colgaba una impresionante lágrima de esmeralda con un broche a juego.
Tras la muerte del rey en 1983, los ramos de esmeraldas fueron divididos entre sus hijos. En la subasta de 1985 reapareció uno de ellos como broche independiente, montado con una esmeralda facetada de más de 47 quilates, originaria de Colombia. Su verde saturado, profundo y resplandeciente, era típico de las piedras más codiciadas de ese país. La misma pieza volvió a escena en otra subasta celebrada en 1996.
La leyenda de la esmeralda Stuart
En otra subasta celebrada en Ginebra, esta vez en 1971, emergió una joya cargada de historia: un broche de perlas y diamantes que albergaba la célebre “Stuart Emerald”. Esta piedra legendaria fue un obsequio del cardenal Henry Stuart al príncipe Charles Felix de Saboya, como anuncio de su boda con la princesa María Cristina de Borbón en 1807. Pocas piezas reúnen tanta historia, belleza y simbolismo en un solo objeto.
Aunque a lo largo de las décadas han salido a subasta pocas joyas de la Casa Real de Saboya, cada una de ellas ha sido una joya excepcional. No solo por su calidad o diseño, sino por su procedencia: cargadas de romanticismo, identidad dinástica y ecos de un pasado glorioso que aún brilla con fuerza.
Aunque han salido a subasta relativamente pocas joyas de la colección original de la real Casa de Saboya, han sido joyas excepcionales e importantes en términos de su procedencia única y a menudo romántica.
Imágenes:
María López Linares
María López-Linares, especialista en joyería y antigüedades. Responsable y joyera desde 1993 de "Vintage by López-Linares", donde diseña y fabrica joyas inspiradas en piezas históricas y vintage. Su pasión por las antigüedades nació en su infancia, acompañando a su padre en la búsqueda de tesoros en el Rastro de Madrid. A lo largo de los años, María ha conseguido transformar y adaptar el pequeño negocio familiar hasta convertirlo en una joyería de éxito.
Además de su amor por la joyería, le apasionan la fotografía y el cine, dos artes que influyen en su manera de captar la belleza y la historia en cada una de sus creaciones.