Olympe de Gouges: Vida, legado y curiosidades

¿Quién fue Olympe de Gouges?

Olympe de Gouges, en realidad Marie Gouze, nació el 7 de mayo de 1748 en Montauban, en el sudoeste de Francia. Su madre, Anne Olympe Mouisset Gouze, era criada doméstica, y su padre, oficialmente, Pierre Gouze, era carnicero; sin embargo, se rumoreaba que su verdadero padre podría haber sido el aristócrata poeta Jean‑Jacques Lefranc, marqués de Pompignan

Infancia y juventud

Creció en Montauban, hablando occitano antes que el francés. Se casó muy joven, a los 16 o 17 años, con Louis‑Yves Aubry, un acuerdo en contra de su voluntad. El matrimonio resultó breve: enviudó al poco tiempo tras el nacimiento de su hijo, Pierre

Su experiencia matrimonial marcó un punto de inflexión: calificó el matrimonio como “la tumba de la confianza y del amor” y decidió jamás volver a casarse.

Vida adulta y París

Con su herencia y viudedad, se trasladó a París en torno a 1770, determinando darle a su hijo la mejor educación posible. Allí adoptó el nombre Olympe de Gouges, tomando el segundo nombre de su madre y modificando su apellido.

Se movió en los salones intelectuales de la ciudad, lo que le permitió conocer a figuras literarias y políticas como Condorcet o Brissot, y comenzó su carrera literaria como dramaturga, novelista y panfletista.

Curiosidades y peculiaridades

  • Hablaba occitano antes de aprender francés.

  • Publicó su primer texto con seudónimo y firmando siempre como «ciudadana» (citoyenne), feminización de citoyen.

  • Defensora de múltiples causas: derechos de las mujeres, abolición de la esclavitud, derecho de divorcio, condiciones sociales y derechos de los hijos ilegítimos

Cómo llegó a ser quien fue y qué logró en favor de los derechos de las mujeres

Olympe de Gouges, nacida Marie Gouze, fue autodidacta y surgió de orígenes modestos, lo que hace aún más notable su impacto intelectual y público. Su traslado a París hacia 1770 le permitió entrar en los círculos intelectuales y sociales más influyentes gracias al apoyo económico de Jacques Biétrix de Rozières. Allí alternó en los salones filosóficos de figuras como Condorcet, Brissot y Madame de Montesson, cimentando una red que potenció su visibilidad.

Desarrolló una prolífica carrera como dramaturga, novelista y panfletista. No solo escribió obras teatrales —como L’Esclavage des Noirs (1792), que criticaba la esclavitud y fue escenificada en la Comédie-Française pese a las presiones del lobby esclavista—, sino que también abordó temas como el divorcio, los derechos de los hijos ilegítimos, la protección infantil, el desempleo, la justicia social y la seguridad económica.

Su obra Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana (1791), modelo de la declaración masculina de 1789, reclamó explícitamente igualdad jurídica y civil entre hombres y mujeres en ámbitos como el derecho al voto, al trabajo, a la educación, la propiedad, participación política y derechos familiares. Además incluyó una propuesta de contrato matrimonial renovable y abolición del matrimonio forzado, anticipándose en décadas a debates contemporáneos sobre autonomía y derechos reproductivos.

Sin embargo, su activismo fue ignorado o marginado por los revolucionarios masculinos. Su llamamiento a la inclusión de mujeres en la Asamblea fue desoído. Aunque algunas de sus demandas, como la legalización del divorcio, llegaron a materializarse (aunque luego fueron restringidas bajo Napoleón).

Impacto histórico y legado

Aunque su declaración no surtió efecto inmediato, su influjo fue profundo y duradero. En el Reino Unido inspiró a Mary Wollstonecraft, cuya Vindicación de los Derechos de la Mujer (1792) respondió tanto a la declaración masculina como a la de Gouges, abriendo el camino al feminismo ilustrado.

Su legado traspasó fronteras: en EE. UU., sirvió como antecedente estilístico para la Declaración de Sentimientos (1848), redactada durante la Convención de Seneca Falls, eje del movimiento sufragista femenino.

Durante casi dos siglos su figura fue relegada al olvido o denostada; se la caricaturizó como inculta o fanática. Esto cambió a partir de los años 80: la publicación de su biografía por Olivier Blanc (1981) y el bicentenario de la Revolución (1989) impulsaron su reivindicación y relectura histórica. Desde entonces se han reeditado sus textos, representado sus obras y multiplicado homenajes: existe una plaza, un teatro, calles, centros públicos y hasta un buste en el Parlamento francés con su nombre.

Su memoria sigue viva: en 2025, el telefilm «Olympe, une Femme Dans La Révolution», protagonizado por Julie Gayet, le ha dado una renovada visibilidad pública, resaltando su valentía y relevancia en un momento donde los derechos de las mujeres están de nuevo en debate.

Actualmente, existen campañas para trasladar sus restos al Panteón de París, aunque ya fueron rechazadas en su momento por el gobierno francés.

En resumen

Olympe de Gouges emergió desde un origen humilde hacia los salones parisinos con una resolución autodidacta. Convirtiéndose en una escritora ferozmente crítica del statu quo y pionera en exigir inequívocamente igualdad de derechos. Aunque fue ignorada en su época, su obra fue germen de los movimientos feministas contemporáneos. Y hoy forma parte del sólido legado histórico que inspira más visibilidad y reconocimiento.

María López Linares Joyera
María López Linares

María López-Linares, especialista en joyería y antigüedades. Responsable y joyera desde 1993 de "Vintage by López-Linares", donde diseña y fabrica joyas inspiradas en piezas históricas y vintage. Su pasión por las antigüedades nació en su infancia, acompañando a su padre en la búsqueda de tesoros en el Rastro de Madrid. A lo largo de los años, María ha conseguido transformar y adaptar el pequeño negocio familiar hasta convertirlo en una joyería de éxito.

Además de su amor por la joyería, le apasionan la fotografía y el cine, dos artes que influyen en su manera de captar la belleza y la historia en cada una de sus creaciones.

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